miércoles, 14 de marzo de 2012

Evolución de la violencia de género

La supremacía del hombre sobre la mujer dominaba ya en épocas tan lejanas como la civilización de la Grecia clásica, en la que los derechos de hombres y mujeres no eran iguales. Pero es a través de la religión judeo-cristiana, la cual identifica en sus orígenes a la mujer con el pecado y con el mal, y por tanto, es merecedora de ser castigada, la que favorece que hasta el día de hoy vivamos en un mundo dominado por el machismo, conformándose además un concepto de la mujer que aún dura hasta nuestros días.
 Debido a la posición subordinada de la mujer en la familia patriarcal, la figura femenina siempre ha parecido estar supeditada a los varones, como si ellas no tuvieran ningún tipo de derechos como persona ni autonomía. También su función reproductora ha hecho que durante siglos caiga sobre ella toda la responsabilidad de dar unos descendientes fuertes, sanos y, a ser posible, en gran número. Así como se le adjudicaba toda la carga emocional de la familia, la crianza, el mantenimiento de la unidad familiar, la educación de los hijos dentro del orden social existente, el cuidado de todos sus miembros... Su virginidad, además, era sometida a examen por lo que su actitud debía o debe ser recatada y virtuosa. Manteniendo relegada su vida al hogar,  los hombres podían hacer con ella cuanto quisieran ya que la mujer quedaba en un segundo plano y su vulnerabilidad biológica era aumentada con el papel social que cumplían. La violencia física contra las mujeres no es que fuera tolerada sino que pasaba desapercibida en el mayor de los casos.
No será hasta el siglo XX, cuando movimientos feministas organizados puedan pedir a la sociedad algunos derechos como ciudadanas, tales como el voto femenino o la protección  contra el acoso sexual.
Más tarde, especialmente en la década de los años 90, numerosos organismos oficiales e instituciones han pretendido avalar este reconocimiento hacia las mujeres.
Pero sin duda, será la integración en el mundo laboral la que ha conseguido un verdadero avance en la libertad y la autonomía de las mujeres. Pese a que todavía perviven discriminaciones en el ámbito laboral, ha habido un cambio en los roles sexuales.
No obstante, no cabe pensar que por ello el androcentrismo ya no domine y que de la violencia machista solo queden algunos resquicios del pasado.

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