lunes, 21 de mayo de 2012


EL SÍNDROME DE ESTOCOLMO

El término "Síndrome de Estocolmo" tuvo su origen a partir de un secuestro ocurrido en . Cuatro de los ocupantes del banco de Sveriges Kreditbank de Estocolmo fueron retenidos como rehenes a lo largo de horas en su cámara acorazada. El temor a la intervención de la policía fue progresivamente superior a las amenazas de los propios captores. Tras la liberación, los prisioneros se mostraron confusos ante sus propios sentimientos. La relación afectiva que se inició en el secuestro entre uno de los rehenes y su captor, prolongándose incluso mientras éste permanecía en prisión.

El Síndrome de Estocolmo describe la presencia de un "afecto" positivo hacia el captor que se desarrolla a lo largo del proceso de retención en un secuestro. Los sentimientos positivos con frecuencia son recíprocos, más intensos según se aproxima el desenlace de liberación. Puede acompañarse de sentimientos negativos hacia quienes paradójicamente intentan liberar a la persona: policía, gobierno y algunas veces la propia familia del rehén.

Se han descrito afectos paternales, fraternales y románticos. Estos efectos tienden a aumentar a lo largo de los días de cautiverio y disminuir posteriormente a la liberación.

Según algunos autores, el Síndrome de Estocolmo es una respuesta automática e inconsciente y no una decisión racional. Tanto rehenes como captores son afectados por el fenómeno, y ello sirve para unirlos contra la "amenaza exterior".

Montero, ha desarrollado el modelo del Síndrome de Estocolmo Doméstico (SIES-d). Según este, en la violencia doméstica, la mujer aislada en un contexto hostil está obligada a manejar con sus propios medios la incertidumbre asociada a la violencia repetida e intermitente. Esto hace emerger intensos procesos psicológicos. Montero lo describe como: un vínculo interpersonal de protección, construido entre la víctima y su agresor, en el marco de un ambiente traumático y de restricción Estimular, a través de la inducción en la víctima de un modelo mental. El SIES-d se desarrollaría en la víctima para proteger su propia integridad psicológica y recuperar la homeostasis fisiológica y conductual.








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