viernes, 25 de mayo de 2012

LOS CUENTOS CUENTAN


LOS CUENTOS CUENTAN

La primera función que tiene el cuento es el deleite, disfrutar de las historias, de los personajes, de la magia, de los hechos atemporales. Pero esta no es su única función.
En concreto, a través de un cuento:
¦   Socializamos, inculcamos ideas, creencias y valores sociales.
¦  Se legitiman instituciones o instancias sociales, funciones y roles.
¦  Se ofrecen modelos de actuación.
¦  Se ofrecen modelos de identificación desde el punto de vista emocional.
¦  Se enseña como solucionar conflictos.
¦  Se ofrece un mundo mágico, que el niño y la niña viven, y en el que pueden descargar la agresividad, la ansiedad y los miedos reales.
Ofrecemos una fuente de imaginación y creación. A partir de ellos, niñas y niños  crearan sus propias historias e imaginaran su mundo ideal, sus sueños y sus pesadillas.
El cuento preferido por los niños es el cuento fantástico, el tradicional, "el cuento de hadas". Suele ser el primer contacto de la infancia con la literatura, sin embargo, este primer contacto no es tan inocente como pudiera parecer, ya que está  estereotipado en los atributos de personajes femeninos y masculinos, las acciones, los rasgos emocionales que se les atribuyen, y así por ejemplo:
¦  Ellas siempre esperan, cosen, limpian, lloran.
¦  Ellos siempre luchan, salvan, rescatan, viajan.
¦  El poder del personaje femenino mágico (el hada) radica precisamente en su magia otorgada por algo o alguien.
¦  El poder del personaje masculino mágico (el mago) radica en su sabiduría.
¦  La maldad del personaje femenino radica en los celos y fealdad.
¦  La maldad del personaje masculino radica en su poder (lobo) o en la avaricia (ladrón).
¦  Finales que representan la forma más perfecta de existencia deseada: casarse con el príncipe o princesa y convertirse en rey o reina.
¦  Las niñas y mujeres se describen como bonitas, dulces, delicadas, pobres, ingenuas, intelectualmente torpes, intuitivas, volubles.
¦  Los varones en general se describen por su valentía o cobardía, astucia, agresividad, eficacia y por sus trabajos o por sus situaciones de poder.
Entre estos estereotipos, el mas usado, y quizás el mas peligroso en la formación de la identidad de genero, tanto del hombre como de la mujer, es la figura del príncipe azul y el mito del amor romántico, los celos, los sentimientos de posesión, ansias de control y paternalismo se nos transmiten como el “reflejo del amor”. Nada más lejos de la realidad. El amor romántico, aquél por lo que la enamorada haría (y tiene que hacer) cualquier cosa para que su enamorado, que no conoce límites (tiene que tener), que no entiende de espacios propios (todo se tiene que hacer con él y pensando en él), que no contempla las necesidades que podrían hacer decir “no” en el otro (si amas, lo importante es, siempre, éste otro), que supone amarlo a él más que a una misma (eso sería muy egoísta), y que no entiende la propia satisfacción y felicidad si no es mediante la del otro (de nuevo el egoísmo y el no entregarse ni amar del todo). Si se actúa según estos postulados de este amor romántico, pasional e intenso, es fácil perderse de una misma, pues estamos esperando sólo la aprobación del otro, su felicidad, el ser merecedora de su amor (y constantemente deseada). Así el amor romántico, el amor Ciego, nos ciega y es el terreno propicio para que las relaciones desiguales aparezcan  y se consoliden como relaciones abusivas.
Se deben inventar cuentos que ofrezcan modelos alternativos a los tradicionales, y por tanto se puedan superar los prejuicios sobre la mujer. Hay que narrar cuentos en los que las mujeres puedan expresar sus sentimientos y los hombres puedan llorar. Cuentos donde los personajes masculinos barran la casa y cuentos donde una niña se mire al espejo y no vea a una princesa. Cuentos en los que no se transmita que ser mujer implique tener que ser dependiente, insegura o pasiva. Cuentos para que las nuevas generaciones de mujeres no se dejen engañar por falsos salvadores.
Os invitamos al leer el cuento infantil Arturo y Clementina, un cuento que invita a la reflexión.

Bibliografía.



Sonia Menor Gutiérrez

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